martes, noviembre 27, 2007

La DC y sus cosas raras


La política partidista es una actividad que no deja de sorprenderme, a veces es como esos dramones venenezolanos que se alargan y alargan para no perder el raiting, y al final uno sigue viendo, sintiendose culpable y aburriendose, sólo para ver en qué termina la porquería. En fin el culebron esta vez se llama Concertación y dentro de los personajes segundarios que se están robando el protagonista está la DC que vendría siendo como la mejor amiga de la heroína que se va con su marido pero no quiere dejar de ser amiga. En fin, es repetida y latera la cosa, pero vale la pena saber si las chicas van a terminar amigas o peleadas para siempre y el hombre en disputa no será para ninguna de las dos.
Hay más personajes, está claro. Están los malos, los espinitas, los tontos buenos, etc.
Pero lo raro de esto, no es la teleserie (que es inherente a la política), lo que no deja de causarme duda es la manera en que se resuelve el conflicto. Echar a Zaldivar, un tipo histórico dentro del partido, que lo ha dirigido y que además es senador ¿será una buena movida? Pero peor aún, hacer un reglamento sobre cómo tienen que votar sus parlamentarios, ¿creerán que eso les da credibilidad? Que quede claro, no soy DC ni lo sería, pero ahora menos que nunca votaría por unos tipos que nisiquieran tienen la capacidad para pensar por si mismos. No estoy de acuerdo con la actitud de Zaldivar porque creo que no le hace un favor al país ni al gobierno con su postura, pero ¡tendrá derecho a tenerla el hombre! Finalmente, se supone que esto es una democracia y en teoría sus acciones serán sancionadas por sus votantes en una proxima elección. Así me habían enseñado a mí que funcionaba el cuento, pero pare que no...

sábado, noviembre 24, 2007

Picándola fina

Estoy escuchando FM2, sola, con las canciones más románticas y melosas que creo haber escuchado en mi vida. La verdad nunca fueron mi fuerte, pero como que hoy me gustan. No estoy deprimida ni nada por el estilo, pero me gustan. Mi conciencia dice que debo cambiar la radio, pero mi subconsciente se niega a hacerlo y por el momento me da tema para escribir.

El punto es ¿por qué nos (o me) avergüenza escuchar esta música? a final de cuentas hace sentir bien o mal... por lo menos provoca un sentimiento y debo reconocer que, pese que los detesto, puedo dejar pasar alguna canción de Maná por todo el resto de las romanticonas que en el fondo del alma me alegran. El punto es que entre lo mejor de tu vida me lo he llevado yo... y otras melodías del tipo, me dan ganas de conversar, pero curiosamente hoy no hay nadie con quien conversar. Algo hay en el melodrama que nunca dejará de ser un buen tema para canciones (obvio), películas, teleseries, y demás historias vendibles. ¿Hay alguien que no sucumba ante este tipo de cebollería?

miércoles, noviembre 07, 2007

Ex lujo asiático

Este post es sobre lo rápido que lo que conocemos pasa de ser una cosa a otra, es decir, de los cambios. Hoy hablaba con la hermana de mi abuelo, la tía Dolly. Ella me decía que uno de sus mayores miedos era el momento en que ya no le dieran licencia para conducir. "A muchas amigas les ha pasado, porque se empiezan a enfermar y ya no ven o se han caído y tienen que usar bastón". Algo que parece tan trivial como eso, marca la diferencia (para ella) entre ser autosufiente y dependiente. De un día para otro todo cambia, es como dejar de ser un individuo para pasar a ser un viejo.

Pero no sólo con las personas pasa eso, también con las cosas y la comida.
La primera vez que comí sushi tenía como 14 años y no me gustó para nada. Mi hermano, que es una suerte de innovador o líder de opinión de bajo perfil, nos lo llevó para que probáramos esta maravilla y supongo que se debe haber sentido bastante desilusionado al darse cuenta que nadie apreciaba este manjar que, además, era carísimo. En esa época y hasta hace un par de años atrás, en esa época el sushi era como el pariente rico de la comida china, era la cumbre del estatus, algo reservado para grandes ocasiones. Sin embargo, ahora hay casi tantos restoranes de sushi como chinos o por lo menos, los suficientes para que su precio sea accesible y para regodearse entre unos y otros.
El caso es que mi papá, quien suele obsesionarse con algo y no dejarlo hasta que aparece otra cosa, descubrió que también traen sushi a domicilio y últimamente no hemos tenido tiempo para ir al supermercado, así que hemos comido más sushi que en mis anteriores 25 años y nueve meses (lo cual no deja de ser bueno, porque antes pasamos por la etapa de la pizza y comerla varias veces a la semana es un atentado para cualquier dieta). Pero, y sin afán de quejarme, yo que siempre decía que podría comer sushi toda la vida sin aburrirme, debo reconocer que todo tiene su límite. No crean que ha dejado de gustarme, solo que 5 veces en dos semanas es un poco mucho.
A lo que iba. Todo cambia. ¡Pero que gran descubrimiento! ¿me darán un premio por eso o la Violeta Parra está antes? El punto, es que las cosas varían más rápido de lo que somos capaces de apreciar (ya sé que tampoco es una reflexión muy novedosa, pero es un hecho que siempre ha llamado la atención). Ya lo dijo alguien: fama es emífera.