martes, mayo 31, 2011



"Y de pronto, algo le recordó que caminaba..."

lunes, mayo 23, 2011

Sometimes...

Hold on... Espera antes de victimizarte. Eso dijo. Y tenía razón.
Su inglés era un híbrido que a veces costaba entender, su español también. Sin embargo, siempre tenía la razón... No sé cómo lo hacía, pero poseía esa claridad de aquellos que no esperan nada de los demás, ni buscan que otros esperen de ellos.
Y yo, bueno, yo era lo contrario. Aunque no siempre fue igual, en alguna época tenía certeza de muchas cosas y eso me daba cierta estabilidad emocional, pero los años me jugaron en contra. No es que sea una persona anciana, de hecho, soy bastante joven, pero por afán de suavizar mis juicios, creo que subyugué mi personalidad. Me pedían que dejara de ser mordaz, y lo hice. Ahora me piden que intente tener un poco más de sentido del humor. Too late my friends... He pasado de no tener corazón, al egocentrismo propio de quienes se sienten tocados por la varita de la profundidad sentimental. Sólo que yo tengo la certeza de que mis sentimientos son tan profundos como la carne en las hojas de una alcachofa.
Y en eso estábamos, yo contaba mis tragedias sin ningún asidero ni responsable más que mi propia inseguridad. Mientras, su mano acariciaba mi cabeza e intentaba convencerme de que nada podía ser más perfecto que mi vida. Tenía razón, hasta yo sabía eso. Pero tenía la sensación de que el mundo no es para los optimistas y que la realidad exigía un poco de tempestad.
Lo divertido era que por su lado si había razones para quejarse. Motivos que debieron perturbar hasta al más profundo de los espíritus, pero en su mente no había energía para andar llorando por los rincones. Supongo que por eso me aguantaba y consolaba, hace muchísimo tiempo había bloqueado su tolerancia al dolor personal, había decidido ser libre e independiente. Imagino que mi incomprensible sufrimiento le recordaba porqué había abandonado esa vía.
Todo iba bien, as usual como habría dicho levantando los hombros y mostrando una mueca con la boca. Una gesto que le hacía parecer un ser gracioso. De pronto se levantó, me repitió que yo tenía las cosas y las reglas bastante claras desde el principio, was fair enough. Tomó un sorbo de la coca cola que habíamos comprado para pasar las penas y me dejó ahí. Yo figuraba en un sillón que hacía perfecta combinación con las cortinas chillando que el problema era mío porque no conseguía ser natural. Mis sentimientos pasaban a un estado de limbo y mi niveles de tolerancias a la frustración descendían, mientras emprendía la tarea de mostrar los talentos que se negaban a relucir en medio de semejante espectáculo. Eso pasaba cuando me enamoraba. Lo curioso es que estoy segura, de que dentro de mi ridículo análisis de la realidad, esa parte era bastante certera. Se trataba del síntoma estúpido de mi inseguridad congénita.
El problema es que gasté tanto tiempo pensando porqué hacía eso y lo estúpido que podía resultar pasar horas de trabajo, caminata e incluso entretención auto psicoterapiándome, que me olvidé de preguntar qué pasaba por la vida de los demás.
A pesar de todo, ese día fue el último. Se acabó. At least i finished telling others how bad i felt about my not tragic, tragic life. Y cómo ocurrió que me "mejoré"? Ese día fue la última vez que vi la mueca y el recogimiento de hombros. Llegué al punto de agotar a la única persona inagotable (debería merecer algún mérito, no?).

domingo, mayo 01, 2011

La postal

¿Cómo se empieza una carta? Nunca lo he sabido, o sea, sé qué es lo correcto, pero no tengo ni la más mínima idea de cuáles son las palabras perfectas para no parecer del todo artificial ni tampoco distante. La verdad es que supongo que da lo mismo...

Espero que sea suficiente con un Querido Vince:

He empezado a escribir en el avión de camino a Australia, pero por seguro, esta carta no te llegará hasta dentro de un par de meses más ¿cómo sé eso? Porque lo he decidido así.
Hasta ahora el viaje ha sido normal; ya sabes, un par de películas, una copa de vino, la comida del avión (que a diferencia de la mayoría de las personas no me desagrada), y la ansiedad, la siempre omnipresente ansiedad... ya sólo quiero llegar.

Semana 1: Estás conmigo en todas partes, llevo esta postal en mi bolsillo izquierdo, justo en mi corazón, la tengo ahí para que puedas sentir cada emoción de este nuevo comienzo. Aunque no hayas querido venir, estás conmigo... lo siento no tienes opción.
Hoy fuimos a visitar la famosa ópera de Sidney, ya sabes siempre es bueno empezar con lo más obvio. Estoy segura de que no te gustó tanto como pensaste que lo haría. Mi corazón no latió tan fuerte como cuando visitamos la playa por primera vez. Esa playa igual a muchas en las que ya habíamos estado, pero que ahora tenía el sabor especial de saber que comenzábamos esta aventura. Tocaste la arena, ¡sí, de verdad lo hiciste!, así que no te sorprendas si en el sobre, igual como pasa con tus pies cuando caminas sin zapatos por el borde del mar, quedan restos que no pudiste sacar por mucho que lo intentaste.

Semana 2: Tu nueva cama no es demasiado cómoda, la espalda nos duele y en el hostal no cambian las sábanas demasiado seguido, como te darás cuenta el olor tampoco es de lo mejor. A mi no me importa tanto, pero tú eres un maldito maniático de la limpieza y ver como poco a poco el borde blanco se transforma en gris es algo que probablemente te sacará de quicio dentro de poco... tal vez es hora de que busquemos un lugar más estable donde vivir. Por el momento hemos decidido simplemente sacar las sábanas, pero el otro día, tú (convertido en postal) te quedaste abajo mio mientras dormía... El problema es que quedaste un poco arrugado y lo que escribí al principio no se entiende demasiado, pero sé que superarás esa barrera... Espero...

Semana 3: Clase de buceo... no pude llevar mi postal. Lo siento, pero el agua no es tu mejor aliada en estos momentos. El instructor y yo tratamos de buscar alguna forma de encontrar una solución plástica para hacerla aprueba de agua, sin embargo, al final decidí no arriesgarme. En todo caso él fue de lo más amable y a diferencia de todo el resto, no me miró como quién mira a un chiflado cualquiera. Tal vez sólo estaba omitiendo ser honesto en lo que realmente le provocaba verme tratando de forrar un pedazo de papel con la foto de un Koala para llevarla a ver un coral. Estoy empezando a creer que realmente mi sentido de la realidad está un poco alterado. Además, no me gustó la experiencia de sumergirme hasta donde no se ve la luz... los peces son lindos, pero igual me da como guácala tenerlos tan cerca. Será que por eso no me gusta el pescado...

Semana 4: No creas que todo este tiempo en el que no has recibido noticias de mi, es porque dejaste de estar acá. No. Has respirado, comido, olido, tocado... vivido, lo mismo que yo. Por eso, te alegrará saber que ya tenemos una nueva dirección. Nada muy lujoso, pero acorde a nuestro presupuesto, al menos la higiene sólo dependerá de mi. No queda cerca de la playa, pero confió en que me servirá de incentivo para salir a caminar por la ciudad. Todavía no tengo muchos amigos, pero ya voy conociendo más gente. El clima me ayuda a sonreír. ¿tú sonríes? Me imagino las marcas en los costados de tu boca al hacer esa mueca que llamas sonrisa. Es como si te pesara, que no pudieras sostenerla por mucho tiempo. Déjame decirte que mostrar los dientes no te matará.
Hoy es el ultimo día en que te llevo conmigo. Tengo sentimientos encontrados, los mismos que tuve cuando te dejé en el aeropuerto. Debo dejar que esta carta emprenda el largo camino en barco para que puedas vivir lo que se siente estar en alta mar. Desearía que verdaderamente pudieras sentir la brisa a veces fría que golpea tu cara cuando navegas, que la sal del agua se pegara en tus labios, y sobre todo que experimentes esa extraña excitación de adentrarse en lo desconocido. Esa sensación que lamentablemente no quisiste compartir conmigo. Querido Vince, estás en mi y espero que al recibir esta nota puedas sentir eso también. Mi amigo eres parte de mi corazón, quisiera que de mi vida, pero no estás acá y ese es un dolor con el cual mi racionalidad no puede convivir. Me la paso pensando estupideces que no tienen sentido y preguntándome qué harás para superar tu frustración congénita.

Bueno... me han dicho que el correo por barco tarda alrededor de tres semanas... quisiera ver tu cara al ver el Koala que he elegido para tí. Tengo seguridad de que esta es la última aventura que hemos emprendido juntos.


Vince, hace un mes te mandé una carta y todavía no sé si la recibiste o no. Te pido que si no ha llegado a tus manos, por favor no la abras. Las cosas han cambiado. Tenemos que hablar, llámame a penas recibas este E mail.

Un abrazo C


No me ha llegado nada aún, ¿de qué quieres que hablemos? ¿Ya preparas el regreso?

Te quiero,

Vince


Querido Vince:

Nunca quise que las cosas fueran así. Lo siento. Pero he cambiado mis planes, me quedaré acá un tiempo más, no es que no te quiera, pero ya nada es como antes. Estar acá me ha servido para darme cuenta de que lo nuestro no tiene solución, he conocido nueva gente, experiencias que me han hecho replantearme todo.
Espero que todo esté bien por esos lados, sé que esta no es la mejor manera de expresarlo, pero ¿qué más podría hacer? La diferencia de horarios ha hecho difícil nuestra comunicación y nunca tuve respuesta a la carta que te escribí.

Con todo mi afecto,

C.

C.
Tengo en mis manos la carta que escribiste, llegó esta mañana, casi al mismo tiempo que tu último correo. ¿qué hago ahora? Como siempre eres la persona que da las órdenes... yo intento vivir mi vida. Al igual que tú me gustaría cambiar millones de cosas, pero yo no necesito mudarme a otro continente para hacerlo. Tampoco necesito llenar de afecto un simple papel. Si, el Koala es divertido, no es mas que una postal que romperé para ver si algún día te das cuenta que lo “gestos” se hacen con y para el otro, no desde la arbitrariedad de lo que te parece bien.
Un abrazo, tu siempre querido Vince.